Mi novia me abandonó.
Y dijo que si realmente la amaba me alejara de ella.
En segundos, todo se convirtió en un INFIERNO y en una espiral de desesperación.
“¿Por qué la vida es injusta?” – me preguntaba.
Siempre fui un hombre fiel. Incluso, Jenny era la primera pareja sexual que había tenido en mi vida.
Pensé que esos granitos que me brotaron en la entrepierna era alergia, no había razón para creer lo contrario, lo único que me preocupaba era esa picazón que me estaba volviendo loco.
De hecho cuando el doctor insistió en hacerme las pruebas pensé que era ridículo ponerle tanta atención a una simple alergia, pero cuando me dio la mala noticia y dijo:
"TIENES HERPES"
Sentí la muerte en ese momento. Deseaba que todo fuera un error.
Herpes significaba sufrimiento de por vida. Era como pagar una condena por un crimen que no cometí y la única
forma de escapar era en un ataúd.
Sabía que no se podía curar, pero deseaba tanto escuchar lo contrario que le pregunte al doctor.
“No, tú lo sabes, lo único que podemos hacer es controlarlo”, dijo. Me recetó el famoso Aciclovir y las ampollas desaparecieron.